La Catedral Metropolitana Nuestra Señora de la Asunción en Hermosillo, (México), ha vuelto a sufrir un ataque vandálico en menos de un mes, en el que se han dañado las imágenes y se ha profanado el sagrario.
La Conferencia Episcopal mexicana ha señalado que “las connotaciones de lo sucedido manifiestan intolerancia y un triste desprecio al derecho humano fundamental de libertad de religión».
Los obispos recuerdan un hecho que muchas veces se pasa por alto: “Tanto la libertad de pensamiento y expresión como la libertad religiosa, conllevan el deber del Estado de hacerlos realmente efectivos en todos los ámbitos sociales y culturales”.
Ciertamente, no basta con que las Constituciones sancionen el derecho a la libertad religiosa de los ciudadanos. Esta libertad queda en papel mojado si no se garantiza su ejercicio o es relegada por leyes de rango inferior en beneficio de otros derechos.